PROPUESTA PEDAGÓGICA
Taller de Urbanismo I-II - Titular de cátedra: Dra. Arq. Ana Núñez
(programa y bibliografía completos)
¿Por qué enseñamos... como enseñamos?
(video de la Dra. Arq. Ana Núñez en el Foro Institucional FAUD sobre Urbanismo I "T")
(video de la Dra. Arq. Ana Núñez en el Foro Institucional FAUD sobre Urbanismo I "T")
“El urbanismo es seguramente la menos inocente de las disciplinas, aunque busque hacer más vivibles las ciudades;
las ideas de mejora que concibe descansan sobre intereses de clase que, ciertamente, van cambiando en lo que producen intelectualmente, no en lo que persiguen y que, suponen, garantiza su permanencia o subsistencia”
Noé Jitrik (1994:17)(1)
las ideas de mejora que concibe descansan sobre intereses de clase que, ciertamente, van cambiando en lo que producen intelectualmente, no en lo que persiguen y que, suponen, garantiza su permanencia o subsistencia”
Noé Jitrik (1994:17)(1)
OBJETIVOS DE LAS ASIGNATURAS
POSICIONAMIENTO FRENTE A LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO, LA ENSEÑANZA Y EL PLAN DE ESTUDIOS
Si bien las asignaturas que nos ocupan se ubican curricularmente en el Área Arquitectónico-Urbanística, la presente propuesta apunta a trascender sus contenidos específicos (OCA N° 679/08) como concurrentes al diseño arquitectónico, concibiendo el taller como una imprescindible argamasa teórico-metodológico-analítico transversal, que permita a los estudiantes construir nuevos observables que se ocultan detrás del espacio material. Ello se sustenta en nuestra propia práctica investigativa y de formación de posgrado, en el ámbito de la sociología urbana y la demografía social, de las cuales esta propuesta resulta tributaria, como así también de nuestra experiencia como Profesora a cargo de Urbanismo I en los últimos seis años, recuperando el legado insoslayable que, como docente a lo largo de estos 25 años, nos dejara quien fuera el primer y último Profesor Titular de este Taller, Arq. Alberto Luis Cignoli.
El Taller se dicta en tres cuatrimestres obligatorios y un cuarto optativo, correspondiendo los dos primeros al Ciclo básico profesional (4° año) y los otros dos, al Ciclo de orientación (5° año).
Entre las incumbencias establecidas para el título de Arquitecto otorgado por las Universidades Nacionales reconocidas, figuran:
Según estas acciones, desde el punto de vista "técnico", la práctica "urbanística" requiere la adquisición de un marco teórico-metodológico para producir y articular conocimientos propios a diferentes disciplinas, y que el arquitecto se inserte críticamente en el proceso de producción del espacio material. Empero, basándonos en nuestra experiencia docente en la subárea Urbanismo, podemos decir que, frente a estas incumbencias, el plan de estudios de la carrera presenta ciertas falencias a saber: a) la ausencia de un herramental conceptual que sitúe y promueva la reflexión crítica disciplinar y el rol del arquitecto en la sociedad (su capacitación para recabar, sistematizar y procesar información primaria y secundaria y, por ende, producir e interpretar datos de la realidad social, en la que la producción arquitectónica es constitutiva (insuficiencia de conocimientos sobre economía y estructura social; inexistencia de introducción en la investigación científica; entre otras); b) se presenta como un conjunto de materias que fomentan la visión según la práctica “liberal” de la profesión, dentro del cual Urbanismo se ubica como materia periférica (sólo tres cuatrimestres obligatorios) y concurrente al Diseño Arquitectónico, subsistiendo en la generalidad de los estudiantes (y docentes) la idea de que en el Taller se “planifican” y diseñan ciudades(2), profundizando c), el hiato entre la resultante espacial del diseño y la teoría social(3). Las consecuencias inexorablemente críticas de lo antedicho son básicamente dos: 1) la ausencia de una reflexión previa en los estudiantes sobre la relación entre sociedad y espacio, y 2) la dificultad para comprender categorías que requieren cierto nivel de abstracción. En general, se naturaliza la práctica proyectual y de construcción del espacio material, obstaculizando epistemológicamente la comprensión de que esa transformación opera sobre un espacio previamente apropiado, y que la arquitectura es un instrumento de la organización territorial, es decir, procesos operados por individuos que producen en sociedad, en períodos históricos determinados.
Un aspecto importante que merece destacarse es que, en los estudios urbanos, concomitantemente con la crisis de acumulación fordista, se produce una ruptura epistemológica en los albores de la década de 1970, cuando el espacio deja de ser un inobservable en relación a las prácticas sociales, fundamentalmente a partir de la aplicación de análisis basados en diferentes enfoques del materialismo histórico dialéctico(4) por la Escuela de Sociología Urbana Francesa. En ese ámbito, las reflexiones que acerca del poder inauguran un conjunto de nuevos saberes sobre lo social (fundamentalmente los trabajos de Michel Foucault), harán posible una nueva visión material del espacio (autores como Henri Lefebvre, David Harvey, Alain Lipietz, Christian Topalov, entre otros). En efecto, en 1977, Marino Folin publica La ciudad del capital y otros escritos (Gustavo Gili), donde formula las primeras hipótesis para una comprensión materialista de la arquitectura y el urbanismo, a partir de El capital y los Grundrisse, de Karl Marx(5) .
Así, Facultades de Arquitectura y Urbanismo de países como Chile, Brasil y México guardan una temprana y enriquecedora trayectoria al respecto en sus currículas, no así en nuestro país donde, en general, y en nuestra facultad, en particular, la práctica del diseño adquiere escaso rigor explicativo, la obra arquitectónica es una “consecuencia” o “respuesta”, y el espacio urbano aparece así como una “expresión”, vaciando a los objetos proyectuales y al espacio territorial de las luchas y disputas, no sólo por su apropiación, sino teóricas, económicas y políticas por la legitimación de saberes y de su existencia, suponiendo la derrota de otros espacios y soportes materiales posibles (Roze, 1995; Núñez, 2012, op. cit.).
Recuperando aquellos análisis críticos y explicativos, asumimos como punto de partida que ni la arquitectura ni el urbanismo son fenómenos autónomos ni tienen la capacidad propia de generar valores sociales, independientes de las prácticas sociales que los generan. Por ende, abordar la relación entre espacio y poder, concientes como profesionales de que ningún espacio es “neutro” ni “natural”, implica abrir un primer interrogante fundamental que estructura todo el Taller ¿qué relaciones sociales se ocultan, se construyen y destruyen, detrás de la materialidad de los objetos? Materialidad cuyas transformaciones se inscriben dentro de períodos social e históricamente determinados.
Entonces, ¿cómo “simular”, conciliar y operacionalizar aquellas incumbencias? Para ello, los contenidos que proponemos para el taller tienden, en lo posible, a compensar aquellas falencias construyendo colectivamente un marco conceptual vinculado a las distintas formas de concebir el espacio material; promoviendo y estimulando un abordaje analítico crítico transdisciplinar(6), que supere la actual fragmentación disciplinar, e introduciendo dimensiones que conduzcan al estudiante a percibir otras inserciones profesionales posibles, ya sea continuando su formación de posgrado e insertándose en la práctica investigativa y/o como profesional de grupos sociales dominados en las relaciones capitalistas, es decir, siendo partícipes, con sus competencias, en colectivos sociales reivindicativos, de manera de incidir en el logro de una gestión participativa en la toma de decisiones que involucra la apropiación colectiva del espacio territorial.
Es decir, consideramos la conformación del territorio como constitutivo de las prácticas sociales; indagando de qué manera las prácticas referidas a diferentes magnitudes y usos del territorio, se inscriben en distintas fases del desarrollo social. Empero, no se puede describir y explicar la realidad, sin un sistema conceptual que organice el estudio, a riesgo de incurrir en un "datismo" que sólo puede producir resultados confusos por falta de selección y articulación de la información reunida. Los datos que se requieren construir para producir conocimientos e intervenir sobre situaciones sociales y territoriales concretas o la manera de interpretar la información, dependen del sistema de conceptos que organiza la indagación. En este sentido, recordamos con el Profesor Alberto Cignoli que las prácticas de gestión del espacio resultan intentos de racionalización de las contradicciones que se producen en el proceso de urbanización(7), siendo el espacio el locus privilegiado de la acumulación y el consumo social y sede de las contradicciones entre necesidades y aspiraciones de la población y los requisitos de valorización del capital (Núñez, 2004)(8); por lo tanto, debemos analizar y actuar sobre los conflictos y no sobre declamados consensos.
Interesa trabajar la idea de que no toda acción implica conocimiento (son dos procesos diferentes, dice Piaget) y que es el conocimiento el que da las bases para la acción porque refiere a una realidad, dinámica, conflictiva, cambiante, como conjunto de ámbitos de sentido, en términos de Zemelman. Precisamente, es aquí donde se pone en juego el problema de los límites disciplinares; límites o fraccionamientos que operan como una “superstición científica”, diría Norbert Elías, o un “fetiche” según Henri Lefebvre.
Empero, si bien es cierto que el urbanismo no es una ciencia, en el sentido de que carece de una especificidad epistemológica, ha sido, dentro del campo que nos ocupa, más bien receptora y no productora de teorías y métodos, constituyendo, en general, una especialización dentro de las ciencias sociales(9). Esto significa, en nuestra concepción, que el análisis y la práctica urbanística puede y debe ser conducida científicamente, de manera de evaluar la coherencia interna de todo el proceso, es decir, su validez(10). Justamente, la relación de la población con su lugar de vida es una de las áreas donde planes, programas y proyectos operan de la mano de teorías configuradas como políticas urbanas. En este enlazamiento, siguiendo a Roze (2001)(11), estamos permanentemente alimentando dos registros, cuyas relaciones son más asintóticas que coincidentes. Por un lado, se registran los avances de las teorías sociales vinculadas con la ciudad, y el conjunto de trabajos sobre estos temas. Por el otro, estudiamos e intentamos hacer observables, analizar y explicar los procesos de lo que podríamos denominar una "ciudad real" intermedia. Y son asintóticas porque hay una importante cantidad de dichos procesos poco teorizados, y otra notable cantidad de elementos, derivados de las "nuevas teorías" que para nada se nos hacen presentes. Trabajos sobre lo urbano, trabajos rectores tomados sin crítica por provenir de los países hegemónicos, analogismos aplicados a distintas realidades como “garantía” científica, tiñendo los diagnósticos y operando con una fuerte negatividad para nuestras sociedades. En palabras de Pradilla (2010:9-10), las visiones y políticas “importadas” y fragmentadas disciplinarmente, ha llevado a los investigadores a acuñar y reproducir conceptos descriptivos (ciudad global, ciudad informacional, ciudad dual, ciudad estallada, etc. etc.), que se generalizan y se transmiten acríticamente en cualquier parte del mundo, referenciando en forma espuria, en nombre de la “globalización”, homogeneizando procesos sociales e ignorando las particularidades socio-territoriales, concluyendo erróneamente que existe una ciudad dual, escamoteando el análisis de la totalidad social como articuladora de la segregación y la fragmentación, sin dar cuenta de sus causas estructurales (Núñez, 2000; 2012; Pradilla, 2010:16-17)(12).
Por ello, es nuestro propósito mantener una permanente relación crítica entre teoría y realidad en relación al orden de nuestras sociedades y ciudades. Sólo así pueden explicarse y analizarse las transformaciones diferenciales y particulares en los distintos territorios, en el desigual proceso histórico de mundialización capitalista. Por último, dejamos explícito que cuando hablamos de “marcos conceptuales” y “herramental” no los concebimos como algo estático, listo para “usarse”, sino como intervinientes activos, creativos y de transformación en el proceso de construcción de conocimiento.
Planteado nuestro posicionamiento y estructura del enfoque general, veamos los objetivos, contenidos e instrumentos que proponemos para el Taller, en general, y cada asignatura que lo compone, en particular.
OBJETIVOS DEL TALLER(13)
OBJETIVO GENERAL
Contribuir en la formación de profesionales capaces de analizar, interpretar, explicar (superando la mera descripción) e intervenir en la problemática socio-espacial del ámbito urbano-regional.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
a). Analizar, explicar e interpretar las múltiples relaciones entre sociedad y formas de apropiación del territorio (factores que lo configuran), tramitando colectivamente los instrumentos analíticos para la comprensión de la relación entre teorías y observables y la posibilidad de análisis de los sistemas complejos(14).
b). analizar las prácticas (métodos e instrumentos) de intervención en el territorio que derivan de las distintas teorías, y su análisis crítico;
c). capacitar al estudiante en los conocimientos, competencias y herramientas de la práctica urbanística, para el análisis e intervención en problemáticas(15) urbanas y regionales, propiciando un enfoque transdisciplinario.
NOTAS AL PIE
1.- Jitrik, N. (1994): “Voces de ciudad”. En Revista SyC. N° 5. Facultad de Filosofía y Letras: Buenos Aires
2.- Por el contrario, siguiendo a Reese (s/f:6), “La planificación es entendida como una plataforma de despliegue de estrategias generales de desarrollo urbano, que permiten la puesta en marcha de proyectos de actuación acompañados por una necesaria actualización de los reglamentos urbanísticos”. Reese, E.: “La situación actual de la gestión urbana y la agenda de las ciudades en la Argentina”. En Enfoques urbanos. Universidad Nacional de Quilmes
3.- Ver Roze, J. (1995): “Espacio y poder. Una mirada material”. En Cátedra de Sociología Urbana. Cuaderno 2. Aportes para nuevas teorías de la arquitectura. UNNE: Resistencia
4.- El sistema teórico-metodológico que, dentro de esta vertiente, adoptamos intenta explicar científicamente el proceso de apropiación de la naturaleza, cómo la transforman, cómo se construye con ella y sobre ella un conjunto complejo de objetos materiales entrelazados e inseparables, constitutivos de las formaciones sociales históricamente determinadas, y que sirven y expresan, a la vez, esa relación de apropiación. Ver en extenso Pradilla, E. (1984): Contribución a la crítica de la “teoría urbana” del “espacio” a la “crisis urbana”. UAM/Xochimilco: México. Colección Ensayos
5.- Ver Núñez, Ana (2012): Lo que el agua (no) se llevó. Política urbana: poder, violencia e identidades sociales. Editorial El colectivo: Buenos Aires
6.- Siguiendo a Jean Piaget y Edgar Morin, la transdisciplina no reniega de las disciplinas, sino que apunta a un pensamiento relacional, complejo, dinámico, de diálogo y revisión permanente. Es una forma de organizar el pensamiento y el conocimiento, que trasciende la disciplina.
7.- Entendemos, junto a otros autores como Pradilla (1981:73-74) por proceso de urbanización, y así es desarrollado en el Curso, no sólo el simple fenómeno empírico de distribución y redistribución poblacional en el territorio, sino sus determinaciones fundamentales: transformaciones en la división social y territorial del trabajo, en las relaciones de producción, intercambio y consumo, cambios en la estructura de clases, las relaciones sociales y políticas y los emergentes espaciales, y sistema de soportes materiales, de estos procesos sociales. Obviamente, tanto en las zonas expulsoras como receptoras de población. Ver Pradilla, E. (1981): “Desarrollo capitalista dependiente y proceso de urbanización en América latina”. En Revista Interamericana de Planificación. Vol. XV, N° 57. SIAP: Ecuador
8.- Núñez, A. (2004): ¿“Como el Ave Fénix? Sobre la relación entre políticas urbanas y necesidades sociales en Mar del Plata”. En Cuenya, Beatriz, Fidel, Carlos y Herzer, Hilda (coords.): Fragmentos sociales. Problemas urbanos de la Argentina. Siglo XXI: Buenos Aires.
9.- Ver este tema en Duhau, E. et. al. (1991): “La sociología y la ciudad. Panorama y perspectivas de los estudios urbanos en los años ochenta”. En Sociológica. Año 6, N° 15. México
10.- Entendemos que esto nos aparta explícitamente de una concepción instrumentalista de la ciencia, ligada estrechamente al positivismo, sobre todo en geografía. Ver Gregory (1984): Ideología, ciencia y geografía humana. Oikos-Tau: Barcelona.
11.- Roze, J. (2001): “Ciudades intermedias y teorías de la ciudad”. Ponencia presentada en la Mesa redonda sobre ciudades iberoamericanas. XXIII Congreso ALAS, Antigua: Guatemala.
12.- Pradilla, E. (2010): “Teorías y políticas urbanas ¿Libre mercado mundial o construcción regional?”. En Revista Brasileira de Estudos Urbanos e Regionais. Vol 2, N° 2, Brasil; Núñez, A. (2000): Morfologia social. Mar del Plata, 1874-1990. Ed. Grafikart: Tandil; Núñez, A. (2012): Miserias de la propiedad. Apropiación del espacio, familia y clase social. EUDEM: Mar del Plata.
13.- Más adelante, se especifican los objetivos por asignatura y cuatrimestre.
14.- Ver Cuervo González, L. (2003): “Ciudad y complejidad: los rumbos”. En Giraldo, F. (ed.): Ciudad y complejidad. FICA/Ensayo y error: Bogotá. pp. 94-129
15.- Trabajamos con el estudiante la necesaria diferenciación entre problema y problemática. Entendemos por esta última una articulación analítica, una construcción que apunta a la resolución científica de un problema y que incluye la necesidad de transformar determinada situación. La problemática es dinámica, compleja y entrelaza múltiples dimensiones, que no siempre ocurren en una misma temporalidad.
POSICIONAMIENTO FRENTE A LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO, LA ENSEÑANZA Y EL PLAN DE ESTUDIOS
Si bien las asignaturas que nos ocupan se ubican curricularmente en el Área Arquitectónico-Urbanística, la presente propuesta apunta a trascender sus contenidos específicos (OCA N° 679/08) como concurrentes al diseño arquitectónico, concibiendo el taller como una imprescindible argamasa teórico-metodológico-analítico transversal, que permita a los estudiantes construir nuevos observables que se ocultan detrás del espacio material. Ello se sustenta en nuestra propia práctica investigativa y de formación de posgrado, en el ámbito de la sociología urbana y la demografía social, de las cuales esta propuesta resulta tributaria, como así también de nuestra experiencia como Profesora a cargo de Urbanismo I en los últimos seis años, recuperando el legado insoslayable que, como docente a lo largo de estos 25 años, nos dejara quien fuera el primer y último Profesor Titular de este Taller, Arq. Alberto Luis Cignoli.
El Taller se dicta en tres cuatrimestres obligatorios y un cuarto optativo, correspondiendo los dos primeros al Ciclo básico profesional (4° año) y los otros dos, al Ciclo de orientación (5° año).
Entre las incumbencias establecidas para el título de Arquitecto otorgado por las Universidades Nacionales reconocidas, figuran:
- realizar estudios e investigaciones referidos al ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el hábitat;
- participar en planes, programas y proyectos de ordenamiento físico-ambiental del territorio y de ocupación del espacio urbano y rural;
- participación en la elaboración de normas legales relativas al ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el hábitat humano;
- participar en la elaboración de planes, programas y proyectos que no siendo de su especialidad afecten el hábitat humano;
- ejecutar la planificación arquitectónica y urbanísticas de espacios destinados a asentamientos humanos;
- participar en la elaboración de normas legales relativas al ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el hábitat humano.
Según estas acciones, desde el punto de vista "técnico", la práctica "urbanística" requiere la adquisición de un marco teórico-metodológico para producir y articular conocimientos propios a diferentes disciplinas, y que el arquitecto se inserte críticamente en el proceso de producción del espacio material. Empero, basándonos en nuestra experiencia docente en la subárea Urbanismo, podemos decir que, frente a estas incumbencias, el plan de estudios de la carrera presenta ciertas falencias a saber: a) la ausencia de un herramental conceptual que sitúe y promueva la reflexión crítica disciplinar y el rol del arquitecto en la sociedad (su capacitación para recabar, sistematizar y procesar información primaria y secundaria y, por ende, producir e interpretar datos de la realidad social, en la que la producción arquitectónica es constitutiva (insuficiencia de conocimientos sobre economía y estructura social; inexistencia de introducción en la investigación científica; entre otras); b) se presenta como un conjunto de materias que fomentan la visión según la práctica “liberal” de la profesión, dentro del cual Urbanismo se ubica como materia periférica (sólo tres cuatrimestres obligatorios) y concurrente al Diseño Arquitectónico, subsistiendo en la generalidad de los estudiantes (y docentes) la idea de que en el Taller se “planifican” y diseñan ciudades(2), profundizando c), el hiato entre la resultante espacial del diseño y la teoría social(3). Las consecuencias inexorablemente críticas de lo antedicho son básicamente dos: 1) la ausencia de una reflexión previa en los estudiantes sobre la relación entre sociedad y espacio, y 2) la dificultad para comprender categorías que requieren cierto nivel de abstracción. En general, se naturaliza la práctica proyectual y de construcción del espacio material, obstaculizando epistemológicamente la comprensión de que esa transformación opera sobre un espacio previamente apropiado, y que la arquitectura es un instrumento de la organización territorial, es decir, procesos operados por individuos que producen en sociedad, en períodos históricos determinados.
Un aspecto importante que merece destacarse es que, en los estudios urbanos, concomitantemente con la crisis de acumulación fordista, se produce una ruptura epistemológica en los albores de la década de 1970, cuando el espacio deja de ser un inobservable en relación a las prácticas sociales, fundamentalmente a partir de la aplicación de análisis basados en diferentes enfoques del materialismo histórico dialéctico(4) por la Escuela de Sociología Urbana Francesa. En ese ámbito, las reflexiones que acerca del poder inauguran un conjunto de nuevos saberes sobre lo social (fundamentalmente los trabajos de Michel Foucault), harán posible una nueva visión material del espacio (autores como Henri Lefebvre, David Harvey, Alain Lipietz, Christian Topalov, entre otros). En efecto, en 1977, Marino Folin publica La ciudad del capital y otros escritos (Gustavo Gili), donde formula las primeras hipótesis para una comprensión materialista de la arquitectura y el urbanismo, a partir de El capital y los Grundrisse, de Karl Marx(5) .
Así, Facultades de Arquitectura y Urbanismo de países como Chile, Brasil y México guardan una temprana y enriquecedora trayectoria al respecto en sus currículas, no así en nuestro país donde, en general, y en nuestra facultad, en particular, la práctica del diseño adquiere escaso rigor explicativo, la obra arquitectónica es una “consecuencia” o “respuesta”, y el espacio urbano aparece así como una “expresión”, vaciando a los objetos proyectuales y al espacio territorial de las luchas y disputas, no sólo por su apropiación, sino teóricas, económicas y políticas por la legitimación de saberes y de su existencia, suponiendo la derrota de otros espacios y soportes materiales posibles (Roze, 1995; Núñez, 2012, op. cit.).
Recuperando aquellos análisis críticos y explicativos, asumimos como punto de partida que ni la arquitectura ni el urbanismo son fenómenos autónomos ni tienen la capacidad propia de generar valores sociales, independientes de las prácticas sociales que los generan. Por ende, abordar la relación entre espacio y poder, concientes como profesionales de que ningún espacio es “neutro” ni “natural”, implica abrir un primer interrogante fundamental que estructura todo el Taller ¿qué relaciones sociales se ocultan, se construyen y destruyen, detrás de la materialidad de los objetos? Materialidad cuyas transformaciones se inscriben dentro de períodos social e históricamente determinados.
Entonces, ¿cómo “simular”, conciliar y operacionalizar aquellas incumbencias? Para ello, los contenidos que proponemos para el taller tienden, en lo posible, a compensar aquellas falencias construyendo colectivamente un marco conceptual vinculado a las distintas formas de concebir el espacio material; promoviendo y estimulando un abordaje analítico crítico transdisciplinar(6), que supere la actual fragmentación disciplinar, e introduciendo dimensiones que conduzcan al estudiante a percibir otras inserciones profesionales posibles, ya sea continuando su formación de posgrado e insertándose en la práctica investigativa y/o como profesional de grupos sociales dominados en las relaciones capitalistas, es decir, siendo partícipes, con sus competencias, en colectivos sociales reivindicativos, de manera de incidir en el logro de una gestión participativa en la toma de decisiones que involucra la apropiación colectiva del espacio territorial.
Es decir, consideramos la conformación del territorio como constitutivo de las prácticas sociales; indagando de qué manera las prácticas referidas a diferentes magnitudes y usos del territorio, se inscriben en distintas fases del desarrollo social. Empero, no se puede describir y explicar la realidad, sin un sistema conceptual que organice el estudio, a riesgo de incurrir en un "datismo" que sólo puede producir resultados confusos por falta de selección y articulación de la información reunida. Los datos que se requieren construir para producir conocimientos e intervenir sobre situaciones sociales y territoriales concretas o la manera de interpretar la información, dependen del sistema de conceptos que organiza la indagación. En este sentido, recordamos con el Profesor Alberto Cignoli que las prácticas de gestión del espacio resultan intentos de racionalización de las contradicciones que se producen en el proceso de urbanización(7), siendo el espacio el locus privilegiado de la acumulación y el consumo social y sede de las contradicciones entre necesidades y aspiraciones de la población y los requisitos de valorización del capital (Núñez, 2004)(8); por lo tanto, debemos analizar y actuar sobre los conflictos y no sobre declamados consensos.
Interesa trabajar la idea de que no toda acción implica conocimiento (son dos procesos diferentes, dice Piaget) y que es el conocimiento el que da las bases para la acción porque refiere a una realidad, dinámica, conflictiva, cambiante, como conjunto de ámbitos de sentido, en términos de Zemelman. Precisamente, es aquí donde se pone en juego el problema de los límites disciplinares; límites o fraccionamientos que operan como una “superstición científica”, diría Norbert Elías, o un “fetiche” según Henri Lefebvre.
Empero, si bien es cierto que el urbanismo no es una ciencia, en el sentido de que carece de una especificidad epistemológica, ha sido, dentro del campo que nos ocupa, más bien receptora y no productora de teorías y métodos, constituyendo, en general, una especialización dentro de las ciencias sociales(9). Esto significa, en nuestra concepción, que el análisis y la práctica urbanística puede y debe ser conducida científicamente, de manera de evaluar la coherencia interna de todo el proceso, es decir, su validez(10). Justamente, la relación de la población con su lugar de vida es una de las áreas donde planes, programas y proyectos operan de la mano de teorías configuradas como políticas urbanas. En este enlazamiento, siguiendo a Roze (2001)(11), estamos permanentemente alimentando dos registros, cuyas relaciones son más asintóticas que coincidentes. Por un lado, se registran los avances de las teorías sociales vinculadas con la ciudad, y el conjunto de trabajos sobre estos temas. Por el otro, estudiamos e intentamos hacer observables, analizar y explicar los procesos de lo que podríamos denominar una "ciudad real" intermedia. Y son asintóticas porque hay una importante cantidad de dichos procesos poco teorizados, y otra notable cantidad de elementos, derivados de las "nuevas teorías" que para nada se nos hacen presentes. Trabajos sobre lo urbano, trabajos rectores tomados sin crítica por provenir de los países hegemónicos, analogismos aplicados a distintas realidades como “garantía” científica, tiñendo los diagnósticos y operando con una fuerte negatividad para nuestras sociedades. En palabras de Pradilla (2010:9-10), las visiones y políticas “importadas” y fragmentadas disciplinarmente, ha llevado a los investigadores a acuñar y reproducir conceptos descriptivos (ciudad global, ciudad informacional, ciudad dual, ciudad estallada, etc. etc.), que se generalizan y se transmiten acríticamente en cualquier parte del mundo, referenciando en forma espuria, en nombre de la “globalización”, homogeneizando procesos sociales e ignorando las particularidades socio-territoriales, concluyendo erróneamente que existe una ciudad dual, escamoteando el análisis de la totalidad social como articuladora de la segregación y la fragmentación, sin dar cuenta de sus causas estructurales (Núñez, 2000; 2012; Pradilla, 2010:16-17)(12).
Por ello, es nuestro propósito mantener una permanente relación crítica entre teoría y realidad en relación al orden de nuestras sociedades y ciudades. Sólo así pueden explicarse y analizarse las transformaciones diferenciales y particulares en los distintos territorios, en el desigual proceso histórico de mundialización capitalista. Por último, dejamos explícito que cuando hablamos de “marcos conceptuales” y “herramental” no los concebimos como algo estático, listo para “usarse”, sino como intervinientes activos, creativos y de transformación en el proceso de construcción de conocimiento.
Planteado nuestro posicionamiento y estructura del enfoque general, veamos los objetivos, contenidos e instrumentos que proponemos para el Taller, en general, y cada asignatura que lo compone, en particular.
OBJETIVOS DEL TALLER(13)
OBJETIVO GENERAL
Contribuir en la formación de profesionales capaces de analizar, interpretar, explicar (superando la mera descripción) e intervenir en la problemática socio-espacial del ámbito urbano-regional.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
a). Analizar, explicar e interpretar las múltiples relaciones entre sociedad y formas de apropiación del territorio (factores que lo configuran), tramitando colectivamente los instrumentos analíticos para la comprensión de la relación entre teorías y observables y la posibilidad de análisis de los sistemas complejos(14).
b). analizar las prácticas (métodos e instrumentos) de intervención en el territorio que derivan de las distintas teorías, y su análisis crítico;
c). capacitar al estudiante en los conocimientos, competencias y herramientas de la práctica urbanística, para el análisis e intervención en problemáticas(15) urbanas y regionales, propiciando un enfoque transdisciplinario.
NOTAS AL PIE
1.- Jitrik, N. (1994): “Voces de ciudad”. En Revista SyC. N° 5. Facultad de Filosofía y Letras: Buenos Aires
2.- Por el contrario, siguiendo a Reese (s/f:6), “La planificación es entendida como una plataforma de despliegue de estrategias generales de desarrollo urbano, que permiten la puesta en marcha de proyectos de actuación acompañados por una necesaria actualización de los reglamentos urbanísticos”. Reese, E.: “La situación actual de la gestión urbana y la agenda de las ciudades en la Argentina”. En Enfoques urbanos. Universidad Nacional de Quilmes
3.- Ver Roze, J. (1995): “Espacio y poder. Una mirada material”. En Cátedra de Sociología Urbana. Cuaderno 2. Aportes para nuevas teorías de la arquitectura. UNNE: Resistencia
4.- El sistema teórico-metodológico que, dentro de esta vertiente, adoptamos intenta explicar científicamente el proceso de apropiación de la naturaleza, cómo la transforman, cómo se construye con ella y sobre ella un conjunto complejo de objetos materiales entrelazados e inseparables, constitutivos de las formaciones sociales históricamente determinadas, y que sirven y expresan, a la vez, esa relación de apropiación. Ver en extenso Pradilla, E. (1984): Contribución a la crítica de la “teoría urbana” del “espacio” a la “crisis urbana”. UAM/Xochimilco: México. Colección Ensayos
5.- Ver Núñez, Ana (2012): Lo que el agua (no) se llevó. Política urbana: poder, violencia e identidades sociales. Editorial El colectivo: Buenos Aires
6.- Siguiendo a Jean Piaget y Edgar Morin, la transdisciplina no reniega de las disciplinas, sino que apunta a un pensamiento relacional, complejo, dinámico, de diálogo y revisión permanente. Es una forma de organizar el pensamiento y el conocimiento, que trasciende la disciplina.
7.- Entendemos, junto a otros autores como Pradilla (1981:73-74) por proceso de urbanización, y así es desarrollado en el Curso, no sólo el simple fenómeno empírico de distribución y redistribución poblacional en el territorio, sino sus determinaciones fundamentales: transformaciones en la división social y territorial del trabajo, en las relaciones de producción, intercambio y consumo, cambios en la estructura de clases, las relaciones sociales y políticas y los emergentes espaciales, y sistema de soportes materiales, de estos procesos sociales. Obviamente, tanto en las zonas expulsoras como receptoras de población. Ver Pradilla, E. (1981): “Desarrollo capitalista dependiente y proceso de urbanización en América latina”. En Revista Interamericana de Planificación. Vol. XV, N° 57. SIAP: Ecuador
8.- Núñez, A. (2004): ¿“Como el Ave Fénix? Sobre la relación entre políticas urbanas y necesidades sociales en Mar del Plata”. En Cuenya, Beatriz, Fidel, Carlos y Herzer, Hilda (coords.): Fragmentos sociales. Problemas urbanos de la Argentina. Siglo XXI: Buenos Aires.
9.- Ver este tema en Duhau, E. et. al. (1991): “La sociología y la ciudad. Panorama y perspectivas de los estudios urbanos en los años ochenta”. En Sociológica. Año 6, N° 15. México
10.- Entendemos que esto nos aparta explícitamente de una concepción instrumentalista de la ciencia, ligada estrechamente al positivismo, sobre todo en geografía. Ver Gregory (1984): Ideología, ciencia y geografía humana. Oikos-Tau: Barcelona.
11.- Roze, J. (2001): “Ciudades intermedias y teorías de la ciudad”. Ponencia presentada en la Mesa redonda sobre ciudades iberoamericanas. XXIII Congreso ALAS, Antigua: Guatemala.
12.- Pradilla, E. (2010): “Teorías y políticas urbanas ¿Libre mercado mundial o construcción regional?”. En Revista Brasileira de Estudos Urbanos e Regionais. Vol 2, N° 2, Brasil; Núñez, A. (2000): Morfologia social. Mar del Plata, 1874-1990. Ed. Grafikart: Tandil; Núñez, A. (2012): Miserias de la propiedad. Apropiación del espacio, familia y clase social. EUDEM: Mar del Plata.
13.- Más adelante, se especifican los objetivos por asignatura y cuatrimestre.
14.- Ver Cuervo González, L. (2003): “Ciudad y complejidad: los rumbos”. En Giraldo, F. (ed.): Ciudad y complejidad. FICA/Ensayo y error: Bogotá. pp. 94-129
15.- Trabajamos con el estudiante la necesaria diferenciación entre problema y problemática. Entendemos por esta última una articulación analítica, una construcción que apunta a la resolución científica de un problema y que incluye la necesidad de transformar determinada situación. La problemática es dinámica, compleja y entrelaza múltiples dimensiones, que no siempre ocurren en una misma temporalidad.